Como decía en entradas anteriores, por suerte, la gran mayoría de proyectos ante los que nos enfrentaremos en nuestro día a día serán evidentes, pero ¿qué ocurre con los no evidentes? Un proyecto no evidente es aquél que sabemos qué resultado queremos alcanzar, pero no sabemos o no tenemos claro cómo alcanzarlo, es decir, sabemos a dónde queremos ir pero no cómo podemos llegar. En este caso tendremos que recurrir a la planificación. En GTD planificar significa simplemente definir qué es lo que necesito para ponerme en marcha y así poder olvidarme del resultado. Y para ello simplemente hemos de reflexionar para saber qué es lo que tenemos ahora y por tanto podríamos hacer ya. La reflexión parte del análisis que el propio David Allen hace de cómo funciona nuestro cerebro a la hora de definir cómo conseguir un resultado, llamando al proceso planificación natural, y el primer paso para llevarlo a cabo es definir cuál es el propósito y cuáles son los principios que regirán.
Tal y como dice el proverbio chino, un viaje de mil leguas comienza por un primer paso, el simple hecho de pensar en las mil leguas y en todo lo que puede suceder mientras las recorres, resulta realmente aterrador. A través de todo el viaje tendremos que hacer frente a las inclemencias del tiempo, el cansancio, la desorientación y algún que otro imprevisto. Si no caminamos bien pertrechos el camino se nos hará eterno, quedando dependientes en todo momento de todo aquello ajeno a nosotros. Esta reflexión nos invita a pensar que podríamos necesitar ciertos elementos o bien alguna herramienta que pudiésemos usar en los momentos de desaliento, en los momentos bajos o en los momentos cuya mejor opción fuese el abandono.
Cuando nos comprometemos a emprender un camino cuyo recorrido hasta el destino no es evidente, tendremos que comenzar por definir cuál será nuestra brújula, es decir, cuál o cuáles serán los motivos que nos ayudarán a mantener en todo momento el rumbo, la ilusión, la claridad y la motivación. A está brújula la llamaremos propósito.
¿Para qué quiero conseguirlo? ¿Qué me aportará alcanzarlo? ¿Quién seré cuando lo alcance? Responder a estas preguntas nos ayudará de forma sencilla a definir claramente cuál es el propósito del resultado que pretendemos alcanzar. Definirá cuál será el éxito que gozaremos al llegar al final. Se trata de un punto de referencia meramente primario, pero que sin embargo nos ayudará a canalizar de forma eficiente nuestros recursos, tomar decisiones por el camino, aumentar la claridad, mantener e incluso ganar motivación y por último acceder a la puerta de la creatividad al conseguir un mayor enfoque.
Los propósitos y principios simples y definidos dan lugar a un comportamiento inteligente y complejo. Las reglas y normas complejas dan lugar a un comportamiento simple y estúpido. Dee Hock
¿Cuáles son los límites para conseguirlo? ¿Qué comportamientos son los que me acercan al resultado? La respuesta a estas preguntas nos definirá cuáles son los parámetros y los criterios de eficacia de nuestras acciones. Definirán cuáles son los principios que regirán durante todo el camino. Imagina que quieres alcanzar un ascenso en tu empresa, ¿valdrá por ejemplo generar tensión con los compañeros en el camino hacia el ascenso? ¿Será un buen comportamiento hacerse ver más tiempo por la zona de cafetería por donde se sientan los jefes? ¿Servirán las medias tintas? Algunas preguntas como éstas, te ayudarán a definir esos límites y cuáles son tus valores respecto al resultado.
En SUN, damos un valor especial al propósito como fuente inspiradora para alcanzar los resultados. Comentando este aspecto en alguna ocasión tanto con Paz Garde como con José Miguel Bolívar, ambos colegas de SUN, la conclusión respecto al camino hacia la eficacia eficiente es valorar que el principal motor es dotar de sentido a las cosas que hacemos. ¿Para qué quiero volver a jugar al tenis? ¿Qué ganaré con ello? ¿Quién seré cuando esté jugando de nuevo? Definir tanto el propósito como los principios sencillamente lo que hace es dotar de sentido a nuestro compromiso. El sentido proporciona rumbo, dirección y motivación, y los principios, criterios de actuación al nivel de la acción.
Así es que ya sabes, el primer paso para definir cómo puedes alcanzar un resultado es dotarlo de sentido. Esto te ayudará a destapar el cofre de la creatividad para, en un segundo paso, comenzar a soñar.