Ya sabemos que las personas que gozan de autonomía y que trabajan para alcanzar la maestría, son mucho más efectivas. Aún así nos falta un tercer elemento que sirva para garantizar la sostenibilidad en el tiempo de estos dos factores, permitiendo además conseguir un equilibrio óptimo de nuestra motivación. Este elemento se llama sentido.
Cuando se incorpora el sentido a este nuevo sistema operativo para la motivación, como afirma Mihaly Csikszentmihalyi, conseguimos aportar una energía extra que activa nuestras vidas, dotándolas de un mayor significado y llevándolas a un nivel mucho más elevado.
La motivación 2.0, es decir, la del palo y la zanahoria, relega este hecho a un segundo plano. Ignora aquella parte fundamental de cada ser humano que consiste en dar un sentido a sus vidas. Por el contrario, la motivación 3.0, reclama este hecho constatando además el impacto que tiene en la conducta humana.
Uno no puede vivir una existencia realmente excelente si no siente que pertenece a algo superior y permanente que uno mismo. Mihaly Csikszentmihalyi
Una investigación realizada por Gallup muestra que en EEUU más del 50% de los empleados están poco interesados en su trabajo, y casi un 20% están profundamente desinteresados. Esta tendencia tiene otra asociada, y que tan sólo las organizaciones están comenzando a reconocer.
Se está produciendo un aumento en el trabajo de voluntariado. Se trata del esfuerzo no remunerado, sugiriendo que este tipo de trabajo satisface a las personas de forma diferente a como lo hace el trabajo remunerado. El motivo económico comienza a ser insuficiente para las personas, y por tanto para las organizaciones.
Está surgiendo una nueva fuente de energía ignorada hasta ahora por la motivación 2.0. Encontrar el para qué hacemos las cosas, es decir, hacer con sentido al margen de los beneficios. Comenta Daniel Pink que este nuevo esquema de la motivación no rechaza los beneficios, pero se pone el mismo énfasis en el sentido de lo que hacemos.
Esto ya se está reflejando en el enfoque de algunas organizaciones. La empresa TOMs Shoes es un claro ejemplo de ello. Cada vez que venden un par de zapatos, regalan otro par nuevo a un niño de algún país en vías de desarrollo. Explican en su web que son una organización con ánimo de lucro con una esencia generosa.
No se trata de demonizar los beneficios o el dinero, se trata de poner al mismo énfasis en el sentido. El objetivo de estas empresas no es ir a la caza de los beneficios, sino usar éstos como catalizador para poder dar sentido a su actividad.
En una investigación realizada en la Universidad de Rochester, Edward Deci, Richard Ryan y Christopher Niemiec decidieron preguntar a un grupo de estudiantes, a punto de terminar sus licenciaturas, cuáles eran sus aspiraciones para el futuro.
Algunos estudiantes tenían lo que los investigadores denominaba aspiraciones extrínsecas, orientadas a los beneficios, como por ejemplo hacerse famosos o millonarios. Por otro lado, había otros que tenían aspiraciones intrínsecas, orientadas al sentido, como por ejemplo ayudar a los demás, aprender o crecer profesionalmente. A los dos años de haber salido de la universidad fueron citados para ver cómo estaban y qué habían conseguido.
Aquellos estudiantes que se habían centrado en sus aspiraciones intrínsecas, sentían que las habían alcanzado o estaban en el camino de hacerlo. Además gozaban de una mayor satisfacción personal, presentando niveles muy bajos de ansiedad y estrés. Eran mucho más felices.
Por otro lado, los que se habían enfocado en aspiraciones extrínsecas, es decir, aspiraciones más basadas en beneficios, no mejoraron sus niveles de satisfacción personal respecto a cuando eran estudiantes, sufriendo además de ansiedad, estrés e incluso depresión. Es decir, alcanzaban sus metas pero no eran más felices.
Las conclusiones fueron bastante impactantes. Las personas que están muy orientadas hacia objetivos extrínsecos, es decir, hacia los beneficios o la riqueza, son más propensas a alcanzar dichos objetivos, aunque con el tiempo resultan ser mucho más infelices.
Las satisfacciones personales no dependen meramente de tener objetivos, sino de que realmente sean los adecuados. Daniel Pink
Como afirma José Miguel Bolívar en este fantástico post, «hacer con sentido es la esencia de la efectividad». Cuándo nos preguntamos para qué hacemos algo, lo que estamos haciendo es centrarnos tanto en el resultado como en la intencionalidad del propio resultado. De ahí que la relevancia del resultado venga definida por su contribución a su propósito. Cuando sabes para qué haces algo, lo que haces cobra sentido.
Alfonso Medina, Master Certified Coach y Trainer Certificado de Success Unlimited Network L.L.C.®, afirma que a las personas nos suele faltar un principio rector de nuestro comportamiento, que nos permita conocer desde que nos levantamos por la mañana, cuál es el sentido de lo que hacemos. El propósito nos permite estar enfocados y saber elegir en cada momento. Toda una herramienta que nos proporciona dirección y rumbo.
La ciencia ha revelado que la efectividad no reside en los impulsos biológicos ni ante nuestras reacciones a los premios y los castigos, sino que responde ante un tercer impulso: nuestro profundo deseo de dirigir nuestras vidas, extenderlas a través de expandir nuestras capacidades y vivir una vida con sentido.
Efectividad es hacer bien las cosas correctas. Para hacer las cosas correctas hace falta tener autonomía, de lo contrario haces lo que te dicen. Para hacer bien, hace falta desarrollar la maestría, y para hacer ambas cosas hace falta decidir bien para poder hacer con sentido. Nos vemos en la próxima serie.