No dejo de sorprenderme al comprobar cómo aún se sigue hablando de gestión del tiempo e incluso cómo fabricarlo. El tiempo ni se puede gestionar ni mucho menos se puede fabricar. Se trata de un recurso finito del que todo ser viviente dispone y del que tan sólo podemos hacer uso de forma inevitable. Debido a esta circunstancia, afirmar que no se tiene tiempo es lo mismo que afirmar que no se tiene vida. Así es que cuidado con las palabras que usas porque las palabras crean realidades. Este tipo de pensamientos pertenecen plenamente al pasado, un paradigma muy distinto al actual en el que el término productividad queda en un segundo plano para dar paso al de efectividad.
En el trabajo del conocimiento, la efectividad queda ligada a la eficacia y a la eficiencia. La eficacia tiene que ver con hacer las cosas correctas y la eficiencia con hacer bien las cosas. Hacer las cosas correctas requiere decidir bien, y hacer bien las cosas implica gestionar correctamente nuestra atención, recurso de valor incalculable para los profesionales del conocimiento. La evolución de la gestión del tiempo es la gestión de la atención. A lo largo de esta serie, durante las próximas semanas, desarrollaré esta idea desde el punto de vista de la psicología y su influencia e impacto en la efectividad personal.
Eres tu atención: donde pones tu atención ahí va tu vida. Francisco Alcaide
Decía William James que la atención «consiste en que la mente toma posesión, de manera clara y lúcida. Implica dejar a un lado algunas cosas con el fin de abordar otras eficazmente». Se trata de un término derivado de la expresión latina «attendere» cuyo significado es «tender hacia». Engloba diversos fenómenos y procesos psicológicos referentes a cómo filtramos los diversos estímulos que experimentamos, decidiendo su relevancia mediante la concentración, e incluso a cómo controlamos los procesos cognitivos, desde el aprendizaje por condicionamiento hasta el razonamiento complejo.
Como afirma Daniel Goleman, «la atención es una facultad sutil que funciona como un músculo cognitivo que nos permite aprender, crear o perseverar en algo hasta conseguir resultados». La atención nos conecta con el mundo que nos rodea, modelando y definiendo nuestras experiencias al respecto. Según los neurocientíficos Michael Posner y Mary Rothbart, «la atención nos proporciona el mecanismo que subyace a nuestra conciencia del mundo y a la regulación voluntaria de nuestros pensamientos y sentimientos». Como dijo Yoda, «ten muy presente que tu enfoque determina tu realidad».
La efectividad precisa de hacer una adecuada gestión de nuestra atención. Como dice Francisco Alcaide, «para conseguir resultados hay que tener foco, porque la energía va donde va tu atención y si ésta se dispersa la energía también». La atención se puede entrenar mediante el desarrollo de los hábitos correctos. Metodologías de productividad personal como GTD®, o de efectividad personal como OPTIMA3®, favorecen directa o indirectamente el desarrollo de hábitos concretos para gestionar de forma adecuada nuestra atención. José Miguel Bolívar afirma «que en el trabajo del conocimiento una persona eficiente es aquella que ha desarrollado aquellos hábitos que le permiten estar a lo se está de forma sistemática».
La falta de atención es la negación de la vida, ya sea limpiando ventanas, ya intentando escribir una obra maestra. Nadia Boulanger
Recuerda, en el trabajo del conocimiento, la eficiencia está ligada a la gestión de la atención, un recurso de valor incalculable para la efectividad. En los próximos posts de la serie continuaré profundizando sobre este maravilloso recurso.